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De hecho, nunca digas a un siciliano que para conocer Sicilia pueden bastar las estupendas playas de Taormina. En esta isla puedes pasar unas vacaciones inolvidables y te llenarás los ojos de lugares fantásticos, precisamente como Catania.
Asomada al cristalino mar Jónico con su continua alternancia de escolleras y calas, la ciudad está dominada por la silueta del volcán Etna, en palabras de Píndaro «la columna que sostiene el cielo»: efectivamente mirarlo suscita siempre una fuerte emoción.
La capital tiene orígenes antiguos que se remontan al siglo VIII, cuando los griegos fundaron la que hoy es una de la ciudades más visitadas por los turistas. ¿Será por su sabrosísima granita?
Seguramente es uno de los factores, junto a su posición estratégica: el aeropuerto Catania Fontanarossa, conocido también como Vincenzo Bellini, es el más transitado de Sicilia y está a unos diez kilómetros de la ciudad.
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¿Qué es lo que no hay que perderse en Catania?
El casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es una joya y está repleto de iglesias y construcciones barrocas. El símbolo de la ciudad es el elefante en Piazza del Duomo. Si dispones de poco tiempo, visita ante todo la Catedral de Santa Ágata: maravillosa la fachada en mármol de Carrara, mientras su interior guarda los restos de la santa, que se celebra cada año con una fiesta popular y religiosa que atrae a millones de fieles.
Precisamente detrás de Piazza del Duomo, no te pierdas el mercado del pescado, llamado también la «Pescheria», ¡pero solo si no te impresiona ver peces espada decapitados, langostas vivas, sardinas y anchoas!
Aquí empieza la via Etna, calle que debe su nombre al hecho que conduce hacia el sugestivo volcán, que puede verse siempre durante los 3 km de paseo. A lo largo del recorrido, entre un escaparate y otro, puedes saborear una granita en uno de los tantos cafés y, si no es demasiado temprano, entrar en una taberna y pedir una rica «pasta alla Norma».
Muy bonita también la via dei Crociferi con sus cinco iglesias y sobre todo su imperdible ex monasterio benedictino de San Nicolò l’Arena.
¿Una parada para recuperar el aliento? Los estupendos jardines de villa Bellini donde pasear a la sombra de sus árboles y admirar sus maravillosas fuentes.
De todos modos, los monumentos artísticos y las especialidades gastronómicas no son la única razón para organizar un viaje a Catania. Cuando hayas llegado aquí, dedica algunas horas a una interesante excursión al Etna a lo largo sus numerosos senderos naturalistas: ¡hay para todos los niveles de dificultad!
