¿Qué ocurre en la cabina de pilotaje?

20 noviembre 2020

Cabina pilotaggio reportage Albastar
Cuando nos llega la voz del comandante de la cabina de pilotaje, dándonos la bienvenida a bordo o algunas explicaciones sobre el vuelo, nos sentimos seguros y nuestro viaje se vuelve aún más placentero.

Dadas sus funciones, quien está al mando de un avión suscita un cierto encanto y la «flight deck», término técnico con el que se designa la cabina de pilotaje, despierta siempre una gran curiosidad. ¡Se trata quizás de la parte más interesante del avión! Cuando los auxiliares de vuelo nos acogen a bordo, nos resulta natural mirar hacia la izquierda para tratar de echar un rápido vistazo a la cabina, que nos fascina con toda la sofisticada instrumentación de gestión, control y comunicación que requiere el avión para su funcionamiento y los pilotos para conducirlo en plena seguridad a través de millas y millas de cielo.

Reportage nella cabina di pilotaggio

¿Y qué ocurre en la cabina de pilotaje?

Hoy podemos contároslo, explorando un aspecto para muchos de nosotros desconocido, gracias al reportaje de Marco Minari, antiguo colaborador en la revista mensual de aviación JP4, que el pasado 31 de agosto tuvimos el placer de invitar a nuestro turno de vuelo AP453-454 con salida de Milán Malpensa a primeras horas de la tarde hacia Trapani y retorno por la noche al mismo aeropuerto.

Al mando de nuestro Boeing 737-800, matriculado ECNLK y configurado con 189 asientos en clase única, estaba el comandante Maikel Mesieha y el piloto de primera clase Daniele Depau, que pudieron acoger a Marco en la cabina de pilotaje gracias a la autorización de nuestra Dirección Operaciones de Vuelo, a raíz de la experiencia decenal de este en el sector aeronáutico.

Pero pasemos ahora la palabra a Marco, a quien agradecemos su colaboración, para que nos cuente su experiencia de vuelo.

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Desde los primeros años ’90, mis escritos y fotografías para la revista “JP4 mensile di aeronautica e spazio” me han llevado a viajar muchas veces en la cabina de pilotaje, sentado en el asiento abatible o, para los íntimos, «traspontín». En otras épocas esta posibilidad era prácticamente descontada para cualquier periodista del sector, sin embargo se ha vuelto mucho más rara y compleja tras el famoso 11 de septiembre. Hoy en día, el asiento situado detrás de los dos pilotos que solo se abre tras el cierre de la puerta de la cabina, se asigna exclusivamente con autorización especial a quien no pertenece a la compañía.

Disfrutar el vuelo, sobre todo durante las fases de despegue y aterrizaje, es algo fascinante, difícil de explicar. Los pilotos se mueven con gestos cotidianos y acostumbrados, que repiten muchísimas veces, sin embargo a los demás parecen especiales, fuera de lo común. Sentarse, ponerse los cascos para comunicar con la tripulación y abrocharse el cinturón de seguridad de cuatro partes (un arnés que sujeta al asiento y que no debe quitarse en todo el vuelo), es una condición privilegiada que permite observar de cerca todas las operaciones de vuelo. Se escuchan las listas de comprobación, el plan de vuelo y el encendido de los motores. No pasa desapercibida la mano de Maikel Mesieha, comandante más joven de la plantilla de Albastar pero con alrededor de 8000 horas de experiencia de vuelo en aeronaves Boeing 737, que da marcha al despegue o acciona los «reverse», inversores de marcha para parar el avión durante el aterrizaje. Ambos pilotos mantienen a la par las comunicaciones de a bordo, así como con los órganos de control y los aeropuertos. Solo durante la fase de crucero hemos podido conversar con Maikel y Daniele sobre nuestras impresiones, datos de vuelo, ruta, así como intercambiar recuerdos y conocimientos del mundo aeronáutico que, no obstante su gran magnitud, favorece a menudo el reencuentro entre pilotos, auxiliares, técnicos y… periodistas del sector.

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Albastar vuela con los Boeing 737, que ofrecen una mayor visibilidad de las maniobras del piloto gracias al uso de la palanca de mando, que refleja mejor la idea del despegue, del alejamiento de la pista, en comparación con las palancas joystick laterales de los Airbus. Creo que muchas personas quisieran sentarse en el traspontín de la cabina de pilotaje durante el vuelo, pero os aseguro que en cuanto a comodidad del pasajero y gracias a la atención de la tripulación –especialmente la de Albastar– es mucho mejor relajarse en la cabina de pasajeros disfrutando una bebida. Nuestro vuelo de ida (Milán Malpensa – Trapani) realizado por la tarde alcanzó una altitud de 39.000 pies (aproximadamente 12.000 metros) apenas superada la costa de la Liguria y la mantuvo sobre el mar hasta descender hacia el aeropuerto de Trapani, una de las más recientes bases operativas de Albastar con varios destinos.

Aterrizamos en la pista de Birgi 31L viniendo desde el morro, con el mar al frente y el terminal inmediatamente a la izquierda. Luego, Maikel y Daniele hicieron un «backtrack», con un viraje de 180° y un rodaje en sentido contrario hacia el área de estacionamiento. El vuelo nocturno de retorno comenzó en cambio con un despegue desde el morro opuesto a causa del viento y un ascenso gradual hasta 36.000 pies (aproximadamente 11.000 metros) a través de todo el mar Tirreno para aterrizar en Malpensa. Como siempre, una experiencia estupenda para contar en la revista JP4 junto con las fotos tomadas desde un lugar privilegiado.

Consciente de haber volado con una excelente tripulación, nos saludamos con la promesa de volver a vernos pronto para contar otra experiencia de vuelo.

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