Hoy presentamos Maura Coppino, auxiliares de vuelo Albastar
“Sueña con ambición, lidera con convicción y mirate a ti mismo de un modo que otros quizás no vean, simplemente porque nunca lo han visto antes. Pero que sepas que te aplaudiremos en cada paso del camino”.
Este discurso de Kamala Harris, vicepresidente electa de los Estados Unidos de América, está alentando a muchas mujeres que ven en la afirmación personal y profesional un primer paso para emprender un nuevo camino en su vida. Y nosotros de Albastar contamos con muchas mujeres maravillosas que se comprometen, siguiendo sus pasiones e inclinaciones profesionales, compaginando los roles de trabajadora y de madre, organizando su día a día multitarea.
Entre las muchas historias interesantes de nuestras colegas, hoy deseamos contaros la de Maura, una de nuestras auxiliares de vuelo, que consigue conciliar a la perfección su actividad profesional con una familia de nada menos que tres hijas.
Hola Maura, ¡ante todo enhorabuena! Cuentas con una dilatada experiencia, comenzaste tu carrera de auxiliar de vuelo hace más de veinte años. ¿Nos podrías contar brevemente cómo levantaste vuelo?
Mi experiencia en calidad de auxiliar de vuelo comenzó en abril de 1998 —en el siglo pasado, como aman subrayar mis hijas. Pasaron ya muchos años, es verdad, pero aún recuerdo aquel día. Una chica joven, emocionadísima, orgullosa de llevar su uniforme cumpliendo su sueño más grande, lista para la fase de capacitación de vuelo preparatoria al examen de la patente de auxiliar de vuelo, en Roma. En aquel entonces, tras el curso teórico era necesario realizar 100 horas de vuelo de capacitación para poder rendir el examen final. Recibí una formación muy rigurosa, meticulosa y detallista. Aquel día, el vuelo TRS-MUC (Trieste – Múnich) era de tan solo 50 minutos, la cabina estaba llena de pasajeros, además de las responsables de la capacitación y yo, con muchas, muchísimas ganas de despegar. Siempre he seguido mi sueño de llegar a ser auxiliar de vuelo y elegí todos mis estudios en función de esta gran ambición. El Instituto Técnico de Turismo, el año transcurrido en el extranjero, la Universidad de Lenguas y Literaturas Extranjeras… A 20 años me fui de Udine y me catapulté hacia otra ciudad, Verona, lista y motivada ante esta nueva experiencia. Poco tiempo después me propusieron seguir la capacitación de vuelo de los compañeros nuevos: una gran satisfacción, la de poder transmitir con mi mismo entusiasmo los valiosos consejos que había recibido. Y todo esto sigue acompañándome hoy en día porque, cuando subo a bordo, sé que cada uno de los miembros de la tripulación, con nuestra actitud, podemos marcar la diferencia. Para mí no se trata de un mero trabajo, es una forma de ser, un estilo de vida. La fervorosa pasión por las alturas, el deseo de entrar en contacto con personas de culturas diferentes, la curiosidad por el mundo y sus diferentes expresiones, la conciencia de estar a bordo para que la experiencia de vuelo de los pasajeros sea especial: todo esto es lo que da significado a mi trabajo.
No obstante el empeño profesional que se requiere a un auxiliar de vuelo, tienes una familia numerosa, con tres hijas. ¿Cuáles son tus secretos para conciliar tus turnos de auxiliar de vuelo con tu rol de madre?
Así es, la vida de un auxiliar de vuelo es agotadora, tanto a nivel físico como psicológico. Obviamente, la intensidad varía según la persona, el tipo de vuelos, el horario diurno o nocturno, el tipo de pasajeros a bordo, etcétera. La preparación del vuelo comienza en casa, con una formación constante sobre los procedimientos de emergencia y de primeros auxilios. Nuestra maleta contiene en poco espacio nuestro pequeño gran mundo. Cada partida es una especie de separación. Como habíamos comentado, tengo tres hijas que son nuestros grandes tesoros, míos y de mi marido. Y al igual que en todas las familias cuyos padres trabajan, no sé si habrá secretos o fórmulas mágicas; lo que sí sé es que nosotros siempre tratamos de hacer lo mejor que podemos. Claro que es necesaria una gran organización: en tiempos de extraordinaria normalidad, aquí en Bérgamo, teníamos que encajar los horarios de las diferentes actividades escolares, deportivas y sociales. Hoy en día, paradójicamente es aún más complicado, con dos hijas que asisten a clase mediante educación a distancia. Las chicas pasan muchas horas frente al ordenador, para la escuela y las clases de ballet; tenemos que comprobar que puedan resolver eventuales problemas técnicos incluso sin nuestra ayuda. Dos de nuestras hijas son adolescentes, una es pequeña aún, pero juntas forman un buen equipo. Antes de salir a trabajar trato de dejarles algunas indicaciones que puedan agilizar las actividades cotidianas. Mi marido es de gran ayuda y Chiara, Sofia y Maya saben que tienen que colaborar en la gestión familiar cuando mamá no está. Claro que a veces es necesario pasar por alto algunos aspectos que cuando estoy en casa puedo dar por sentados, pero las prioridades cambian y lo importante para mi marido y yo es que nuestras hijas sean conscientes de que su responsabilidad no solo ayuda a la familia, sino también las prepara de cara al futuro.
¿Cómo explicaste a tus niñas el valor del trabajo para que entiendan el motivo de tu ausencia cuando los turnos te obligaban a permanecer fuera de casa? ¿Y cómo has manejado la sensación de alejamiento cada vez que tenías que viajar durante varios días?
Nuestras hijas aprendieron desde pequeñas lo que era separarse de sus padres, que salían a trabajar mientras ellas se quedaban en la guardería. Evidentemente, no es nada simple explicarle a un niño por qué los padres tienen que ir a trabajar. No se trata de una mera cuestión económica, nosotros subrayamos a menudo que hacemos la profesión que siempre hemos deseado. Me gusta que entiendan cuán importante es creer en lo que nos gusta, perseguir nuestros sueños, aunque nada se obtiene sin esfuerzos. Este trabajo me lleva con frecuencia a pasar varias noches fuera de casa. Si bien para quien se queda en casa es objetivamente difícil vivir el día a día sin la presencia de un padre, respecto a veinte años atrás hoy contamos con muchísimas herramientas que nos permiten comunicar y vernos fácilmente. A veces salgo de casa dejando caritas tristes, lágrimas o sonrisas forzadas detrás de la puerta. Para cualquier madre cada partida es una pequeña herida, pero voy a ser honesta: cuando mi marido me ve con el uniforme, preparando la maleta y arreglando los detalles de la organización, me mira y me repite que la felicidad que expresan mis ojos es más grande que cualquier otra emoción. Creo que nuestras hijas entienden la importancia que representa para mí ser una auxiliar de vuelo. Estoy muy orgullosa de serlo, lo siento como una gran afirmación personal.
Maura, tú tienes una dilatada experiencia y, sin ninguna duda, eres un ejemplo para tus compañeras de trabajo más jóvenes. ¿Cuáles consejos les darías?
Es un sector que hoy vive un momento muy duro. A lo largo de mi carrera no siempre me reconocieron la gran experiencia, y el hecho de ser madre incluso se reveló un problema. Aquí en Albastar todo fue diferente desde el principio: han reconocido y apreciado mi experiencia. Lo bueno de este trabajo es que te permite trabajar cada vez con una tripulación diferente. En pocos segundos logramos una gran conexión entre compañeros, independientemente de nuestra edad y experiencia. A veces se crea un diálogo que yo definiría generacional. Respeto los espacios y modos de aprender de los compañeros más jóvenes y, cuando me piden un consejo, trato de enseñarles los cómos y los porqués. Creo mucho en la transmisión de los conocimientos mediante la práctica. Hoy quien se acerca a esta maravillosa profesión debe estar preparado a encarar una clientela muy diferente que la del pasado. Me gusta mucho pasar por la cabina a la escucha de los pasajeros. En algunos vuelos, observando a las personas podemos percibir su deseo de dialogar y contar su historia, y el hecho de aprender a escuchar nos lleva a abrirnos a las personas. A mis compañeros les aconsejo no subestimar las dificultades intrínsecas de este trabajo y considerar que cada uno de ellos puede marcar la diferencia. Todos nosotros tenemos algo personal para poner a disposición de los demás. El conocimiento de los idiomas extranjeros me ayudó mucho, por este motivo sugiero a los más jóvenes apostar por este sector y aprovechar al máximo las oportunidades que nos ofrece. La profesión del auxiliar de vuelo puede convertirse en el trabajo de tu vida o en un simple paréntesis que te prepara a encarar las numerosas facetas de la sociedad.
Volar en tiempos de pandemia. Nunca lo habríamos imaginado. ¿Cómo ha cambiado el trabajo del auxiliar de vuelo en estos últimos meses?
Ha sido una experiencia única, un sinfín de emociones. En marzo, de un día para otro, nos vimos obligados a encerrarnos en casa hasta el mes de mayo. Usar los equipos de protección individual durante todo el turno a bordo ha sido agotador, nos fuimos adecuando día a día a nuevos procedimientos, varias disposiciones, cambiamos drásticamente las modalidades operativas. Tuvimos que afrontar las emociones contrastantes de nuestros pasajeros. En nuestro trabajo, donde la comunicación es crucial en todas sus formas, la mascarilla ha creado una barrera más a las que ya existen cotidianamente. Nuestro rostro está cubierto, la voz no se oye, la sonrisa no se ve. Parecen detalles insignificantes, pero tuvimos que aprender a dominar mejor aún la comunicación no verbal: un gesto, una mirada, una postura que puedan transmitir tranquilidad, competencia y acogida. Tenemos que dejar las preocupaciones personales en tierra: somos personas, claro, pero nuestro rol profesional nos impone saber gestionar las dificultades que puedan presentarse y nuestra actitud puede tener consecuencias muy diferentes según nuestra manera de actuar.
Recuerdo el primer consejo que me dio mi instructor en el curso teórico: “Seáis conscientes de que tenéis que ser capaces de sonreír, ocurra lo que ocurra”.
Y sonreír no significa no estar preocupados o no sentir emociones, sino comunicar a nuestros pasajeros “No os preocupéis, estamos aquí para ayudaros”.
Muchas gracias, Maura, por el tiempo que nos has dedicado y por haber contado a nuestros lectores los matices personales de una profesión, la del auxiliar de vuelo, que siempre ha fascinado y representado el sueño de muchos chicos y chicas.
¡Y terminamos con un gracias a todas las madres trabajadoras y a sus valientes niños, que con sus sonrisas suelen transmitir superpoderes a sus mamás!